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Las herramientas que usan los colectivistas para obtener el poder

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Por Brandon Smith.

Mientras que muchas divisiones dentro de nuestra sociedad son arbitrarias o de ingeniería, hay una división que representa tal vez el conflicto más generalizado e importante de nuestro tiempo; la división entre los colectivistas y los individualistas.

Ahora, las personas que no entienden la naturaleza del colectivismo a menudo argumentan que el individualismo y el colectivismo no son mutuamente excluyentes porque los individuos requieren grupos con el fin de sobrevivir y prosperar. Sin embargo, un «grupo» no es necesariamente un colectivo.

Por alguna razón el núcleo fundamental del colectivismo – el uso de la coacción psicológica o la fuerza física para obligar a la participación – sobrepasa el entendimiento de muchos escépticos. Un grupo no tiene que ser colectivista. Cualquier grupo puede y debe ser voluntario. El colectivismo NO es voluntario. Por lo tanto, el colectivismo y el individualismo son de hecho mutuamente excluyentes. Colectivistas e individualistas no pueden existir en el mismo espacio a la vez sin entrar en conflicto con el tiempo. Simplemente no hay manera de evitarlo.

Desde la posición de los pensadores libres (o el Libertario promedio), el colectivismo es, con mucho, el inferior de las dos filosofías. Los colectivistas a menudo se jactan de la «armonización» social y económica que crea el colectivismo, así como la movilización de mano de obra para «agilizar el progreso.» La realidad es que la armonía artificialmente manipulada no es armonía en absoluto. Si las personas se ven obligadas a homogeneizarse y llevarse bien a través del miedo, entonces no se no ha logrado la paz realmente.

Los seres humanos deben llegar a sus propias conclusiones sobre la cooperación y la tolerancia a su propio tiempo. No pueden ser manipulados y encalzados en un marco «utópico«. Eso dará lugar a problemas, como el genocidio, que tiende a entrar en erupción durante casi todo intento de utopía colectivista.

La armonización económica es aún menos práctica, con la fuerza del gobierno inevitablemente utilizada para confiscar los recursos de un grupo para dar a otro grupo, esencialmente para castigar el éxito o la frugalidad. Esto crea un entorno en el que el logro se convierte en lo menos deseable. Cuando las personas no tienen un incentivo individual para perseguir el logro, consideran el esfuerzo personal como un desperdicio. La innovación y el espíritu empresarial se quedan en el camino, y comienza a disminuir la prosperidad de la sociedad en su conjunto. Sin logros individuales e ingenio, el grupo no es más que un hormiguero hueco sin mente.

Otro argumento que suele surgir es que el individualismo conduce al «egoísmo«, y el dominio de las corporaciones como máquinas devoradoras de la riqueza. Quisiera recordar a los colectivistas que las corporaciones existen sólo a través del marco legal y la protección de la personalidad corporativa creados por los gobiernos, y que, sin las protecciones y los favores gubernamentales, no podrían existir las corporaciones. Es por el colectivismo, no el individualismo, que prospera la corporatocracia.

Al mismo tiempo, los colectivistas culpan constantemente a los «mercados libres» individualistas por las numerosas dolencias de las naciones. Sin embargo, es otra tergiversación considerando que EE.UU. no ha tenido verdaderos mercados libres en más de un siglo, y la mayoría de las otras naciones nunca han tenido verdaderos mercados libres en su historia. El feudalismo y su niño socialismo siempre han estado presentes plagando a la Humanidad.

No hay méritos del colectivismo que no se logren con mayor éxito por el individualismo y la comunidad voluntaria. De hecho, el colectivismo sólo sirve para enriquecer y potenciar a un grupo selecto de élites, mientras destruye el potencial futuro de todos los demás individuos.

Dado el carácter inquietante del colectivismo, uno podría pensar que los intentos de las sociedades colectivistas serían una rareza rechazada por la mayoría de las personas como lo es invitar al cáncer a entrar en el cuerpo. Por desgracia, las culturas basadas en el individualismo son la minoría en la historia.

El colectivista promedio no suele ser mucho más que un beneficiario del colectivismo. A estas personas las llamamos «idiotas útiles» o «borregos» que sirven sin saberlo a las maquinaciones oscuras de los elitistas, mientras se hallan bajo la ilusión de que están cambiando la sociedad para mejor. La razón por la que estos idiotas útiles participan en el colectivismo son muchas, pero he descubierto que a través del espectro estas personas tienden a ser de más débil voluntad, mente débil, y por extensión, poseen un deseo rabioso de control sobre los demás.

Tal vez no sea coincidencia que los «intelectuales» (autoproclamados) tienden a terminar en la vanguardia de los esfuerzos modernos por el colectivismo. Mientras los pobres e indigentes son a menudo explotados por el colectivismo como una masa que se esgrime como un ariete, es la academia con cuerpo de fideos y temerosa la que actúa como centro de gestión de la franquicia colectivista. Son ellos los que desean el poder para imponer sus ideologías «superiores» a los demás, y puesto que son demasiado débiles para lograr cualquier cosa por su cuenta, requieren del encubrimiento y del impulso de los movimientos colectivistas para darles la solución totalitaria que tanto anhelan. En otras palabras, ellos creen en el humanitarismo del totalitarismo.

El individualismo está bajo una amenaza constante e inminente en cuanto la obsesión con el control colectivista crece. El objetivo último y final de los colectivistas es conseguir la sumisión de los individuos, para no dar más remedio a la gente a entregar su individualismo de buena gana. No es suficiente que se limiten a aplicar la fuerza, el poder más grande está en el poder de consentimiento. Estas son las herramientas más comunes utilizadas por los colectivistas para obtener el poder y la producción del consentimiento de las masas.

La ilusión del Consenso

Los colectivistas dependen en gran medida de la fuerza de una masa buenista para convencer al público en general que tienen la posición de consenso; que están en la mayoría. Parecer como si estuvieran en la mayoría es la meta más importante de un movimiento colectivista, incluso si son en realidad una pequeña minoría. El anonimato del activismo web da una nueva potencia a la fuerza de la multitud. No más de una docena de los colectivistas que trabajan en tándem puede causar estragos en múltiples foros web o acosar a numerosas publicaciones individualistas mientras dan a los lectores casuales la impresión de que su ideología está «en todas partes

La clave aquí es que los colectivistas entienden que la persona promedio no quiere ser vista como demasiado en contra de la mayoría. Entienden que la opinión mayoritaria es importante para el público, incluso si la opinión mayoritaria está totalmente equivocada. Si los colectivistas pueden convencer a suficientes personas que su ideología es la opinión de la mayoría, saben que mucha gente va a adoptar ciegamente la ideología como propia con el fin de encajar. La mentira del consenso se convierte en una profecía auto perpetuada. Este problema seguirá siendo por siempre un peligro, siempre y cuando a las personas les sigan importando la opinión de la mayoría.

La destrucción de las instituciones básicas

Esas instituciones que la gente considera «instituciones básicas» a veces son de vital importancia, y a veces no. Dicho esto, es el objetivo admitido abiertamente de los colectivistas a través de sus movimientos de estilo socialista destruir las instituciones fundamentales de manera que no haya competencia con su nuevo sistema. Una sociedad colectivista no puede permitir que los ciudadanos tengan ninguna lealtad más allá de su lealtad hacia el grupo o el estado.

Así, las libertades individuales deben ser degradadas o eliminadas, según la reinterpretación constante de la Constitución como un «documento vivo«. Las instituciones religiosas deben ser pintadas como asuntos vergonzosos para estúpidos bárbaros cavernícolas. Y la unidad familiar debe ser rota a pedazos. Esto se hace a través de una depravación económica tan pronunciada que en las familias nunca se ven los unos a los otros, a través de la influencia del estado sobre los niños mediante la educación pública, y por medio de las políticas de identidad y la propaganda que crean de la nada conflictos sexuales y raciales.

Dominando las discusiones

Esto coincide con la idea del consenso artificial, y además va más allá del uso de la masa. En nuestra vida cotidiana estamos bombardeados con mensajes colectivistas – en las noticias de masas, en programas de televisión, en el cine, a través de los medios de comunicación web y de los medios impresos. El dinero detrás de estos medios pertenece a un grupo muy pequeño y selecto de gente, pero a través de ellos se inyecta la cosmovisión colectivista en todos los rincones de nuestra sociedad. Yo llamaría a esto la propaganda por el desgaste; una inserción indirecta pero constante del colectivismo que crea una atmósfera en la que la ideología se convierte en lugar común a pesar de que está siendo promovida por un número limitado de personas.

La explotación de la juventud

Cuando somos jóvenes, la mayoría de nosotros pasamos una gran cantidad de tiempo y energía trabajando para ser tomados en serio. La pregunta es, ¿debemos ser tomados en serio?

Desde mi punto de vista y desde la visión de la libertad de mente, realmente depende de las acciones, experiencias, esfuerzos y logros de la persona. La mayoría de las personas más jóvenes tienen poca o ninguna experiencia en la vida, y no han tenido el tiempo para lograr mucho. Todavía están aprendiendo cómo funcionar en el mundo, y qué tipo de metas quieren seguir (si es que alguna vez persiguen algún objetivo). Debido a esto, es difícil para aquellos de nosotros que han pasado por importantes luchas en la vida y alcanzado un cierto nivel de logro el tomarlos en serio cuando se deciden a dar un paseo en una habitación y pontifican su superioridad moral y filosófica. Me dan ganas de preguntar: ¿qué demonios has logrado alguna vez?

Esto no quiere decir que no hayan jóvenes ingeniosos allá afuera, o gente mayor ignorantes y perezosos. Los hay. Pero los movimientos colectivistas buscan explotar a las generaciones más jóvenes exactamente debido a su falta general de experiencia y por su ingenuidad, así como por sus sentimientos de derecho cuando se trata de respetar.

El colectivismo casi siempre utiliza una teoría llamada «futurismo» con el fin de atraer a los jóvenes. La teoría, que era una filosofía de liderazgo tras el ascenso del fascismo, proclama que todas las nuevas ideas son superiores en su utilidad social y todas las ideas y creencias viejas deben ser abandonadas como la piel muerta. De acuerdo con el futurismo, aquéllos que se aferran a las ideas y principios antiguos son un obstáculo para el progreso de la sociedad en su conjunto.

Lo curioso es que, por lo general, las ideas expuestas por los colectivistas son tan antiguas como el tiempo – el elitismo, el feudalismo, el totalitarismo, etc. Ninguna de estas metodologías son «nuevas» de ninguna manera, pero los colectivistas las empaquetan como si fueran algún gran nuevo secreto de Shangri-La. Los seguidores más jóvenes del colectivismo se adhieren al futurismo casi de inmediato. Porque si todas las nuevas ideas son superiores, y todas las viejas ideas son bárbaras, y los más jóvenes son los proveedores y consumidores de todo lo nuevo, entonces esto significa que son las generaciones más jóvenes las que son los más sabios, y los ancianos de la aldea los que son ingenuos. Por defecto, los jóvenes se convierten en los ancianos de la aldea sin que tengan que luchar, hacer sacrificios, aprender duras lecciones, sufrir pérdidas, anteponerse a los retos, o lograr cualquier cosa.

El carácter atractivo de esta repentina oleada de respeto cultural es simplemente demasiado para la persona media de la universidad, o más joven, para ignorarlo. El colectivismo da a los jóvenes lo que ellos piensan que quieren, y entonces los utiliza como herramientas para conquistas mayores.

Forzando a la sociedad a aceptar el mínimo común denominador

El colectivismo requiere la homogeneización de la sociedad, hasta el punto de que el individualismo es mal visto y el éxito se trata como insignificante. Ya se trate de bajar los estándares de las escuelas pública hasta el punto de que se graduen los estudiantes con poco o nada de comprensión lectora, o las empresas se vean obligadas a estándares más bajos en el nombre de la «diversidad» mientras rechazan a empleados con habilidades superiores, ya que no pertenecen a un grupo víctima designado, o que instituciones gubernamentales como el ejército bajen los estándares físicos para dar cabida a candidatos mucho más débiles en nombre de la «paridad de género» mientras ponen la vida de cada soldado en riesgo en el proceso, se nos está constantemente pidiendo acomodarnos al mínimo común denominador en lugar de alcanzar el más alto nivel de excelencia.

Esto hace que el concepto de éxito sea poco más que una broma. Porque el «éxito» dentro de un sistema de este tipo es fácil, siempre y cuando uno siga las reglas; sobresalir como un individuo no es un factor. Y por el éxito me refiero a que se les permita sobrevivir, porque eso es lo mejor que se puede conseguir en una estructura colectivista. La única manera de fracasar es no seguir las reglas, reglas que pueden ser arbitrarias o idiotas en su carácter. Los individualistas son castigados de inmediato por pensar o actuar fuera del sistema, cuando este es exactamente el tipo de comportamiento que debe ser alentado. Una sociedad basada en el mínimo común denominador es una sociedad destinada al colapso. Los individuos son eliminados sistemáticamente en nombre de la homogeneización. y la totalidad de sus potenciales logros e innovaciones desaparecen con ellos.

La pesadilla del colectivismo es la batalla que define a nuestra época. Es en esta época en la que vamos a decidir si la libertad individual y la libertad de pensamiento son más importantes que la seguridad ilusoria y la «armonía» del colectivo.

Yo, por ejemplo, ansío ver un futuro en el que se permite que la empresa individual prospere y en el que la participación voluntaria es el principio raíz en el que funciona nuestra cultura; un futuro en el que el poder del estado se reduce a cero, o casi cero, y la fuerza del gobierno ya no es un medio aceptable por el cual un grupo puede tratar de controlar a otro grupo. Puedo no ver este mundo en mi vida, pero las personas con libertad de mente pueden hacerlo posible para las nuevas generaciones defendiéndonos ávidamente contra el colectivismo hoy. Como se señaló en el comienzo, el colectivismo y el individualismo no pueden coexistir; la confrontación es inevitable. Reconocer esto, y prepararnos para ello, es nuestro deber como seres humanos libres.

Traducido del inglés: http://al t-market.com/articles/2731-the-tools-collectivists-use-to-gain-power